Hace tan sólo una semana se emitió en España el último capítulo de la exitosa adaptación de la novela Los Pilares de la Tierra de Ken Follet. Éxito en cuanto a audiencia y en cuanto a crítica porque si bien como adaptación, al menos en los dos últimos capítulos, se desvía bastante de la línea argumental del libro en general como producto es de reseñar su buena calidad y entretenimiento. No debemos olvidar que un libro de 1300 hojas no es nada sencillo de llevar a la pantalla tanto por la extensión como por el estilo narrativo completamente diferente a una serie para televisión, pero como todo en esta vida lo demás ya depende del gusto y del punto de vista de cada uno, juicios que no competen a este artículo.
La novela se sitúa en la aldea inglesa de Kingsbridge, lugar ficticio, en el periodo histórico conocido como La Anarquía, en el siglo XII durante el cual se estableció una disputa tras la muerte del rey Enrique I entre Esteban y su prima Matilde, situándose el primero bajo la corona a pesar de que no tuvo un reinado efectivo debido al constante clima de guerra por la disputa del trono. Este ambiente bélico terminaría tras la muerte de Esteban con la subida al trono del hijo de Matilde coronado como Enrique II, futuro esposo de la legendaria Leonor de Aquitania y padre de Ricardo Corazón de León.
El hilo argumental es de sobra conocido, la construcción de una nueva catedral que reemplazaría a la antigua contrucción románica del priorato. Pues bien, con esta excusa y aunque en las últimas imágenes de la serie se tome a la catedral de Salisburi retocada digitalmente como modelo, yo he decidido hacerle un homenaje escogiendo otra catedral no menos impresionante además de Patrimonio de la Humanidad desde 1986, la catedral de Durham.
Walter Scott definió Durham "Mitad iglesia de Dios, mitad castillo contra el escocés". Situado en la cima de una colina rocosa que domina una curva del río Wear, el conjunto monumental formando por la catedral y sus edificios anexos en el sur y por el castillo en el norte constituye uno de los perfiles urbanísticos más famosos de la Europa medieval.
En el año 995, monjes procedentes de la isla sagrada de Lindisfarne (a la que ya dedicaré un artículo), temiendo otra de las habituales y brutales incursiones de los vikingos decidieron enterrar los restos de san Cutberto, evangelizador de Northumbria y de san Beda el Venerable en un recodo fluvial del norte de Inglaterra, para mantenerlos en un lugar seguro. Casi un siglo después Guillermo el Conquistador nombró a un obispo para que constituyera un monasterio benedictino y un centro militar como baluarte fronterizo. El sucesor del obispo, Guillermo de Saint Clais, que admiraba las abadías de Normandía, se inspiró en ellas para construir la inmensa catedral de Durham.
La catedral fue construida a finales del siglo XI e inicios del XII concretamente entre 1093 y 1133, un periodo relativamente corto lo que nos demuestra el poder económico que lo respaldaba en el momento . Es un testimonio de las primeras comunidades benedictinas y el monumento más grande y espléndido de la arquitectura normanda en Inglaterra, pero aunque es un ejemplo del románico normando, muestra innovaciones muy atrevidas. El desconocido arquitecto que la diseñó experimentó con unas bóvedas que convertían en obsoletas las técnicas del románico, al tiempo que presagiaban la aparición del estilo gótico, al igual que el constructor Jack Jackson se inspiró en Saint Denis, Francia para sus innovaciones en Kingsbridge.
El deseo de incorporar más espacio y luz a la nave, lo que hacía necesario que las paredes fueran más altas, le indujo a evitar la contrucción de bóvedas pesadas en favor de una estructura nervada que pudiera sostener una cubierta de piedra mucho más ligera. Para encontrar un punto de apoyo en los muros más elevados donde convergían las nervaduras, diseñó un medio arco o arbotante, que ocultó bajo los techos de la nave. El arbotante y el arco ojival, elementos nacidos con la bóveda en nervadura, se convertirían posteriormente en los elementos distintivos de las iglesias góticas.
A pesar de todas sus innovaciones, Durham tiene el aspecto inconfundible del románico. Sus muros, columnas y pilares son anchos y robustos, mucho más de lo que requiere la estructura del edificio. Se cree que en el pasado aparecía profusamente decorada y que sus columnas estaban pintadas.
Detrás de la catedral se levanta el castillo, una antigua fortaleza normanda que soportó de manera regular los violentos ataques de las tropas escocesas. Máas tarde se convirtió en residencia de los obispos-príncipes de Durham y en el siglo XIX fue incorporada a la universidad de Durham.
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- De interés, para los que quieran ver Los Pilares de la Tierra online, fueron emitidos por la cadena cuatro en España, además de mucho contenido extra podéis verla Aquí.
Hola
ResponderEliminarEs un placer leerte. Una entrada maravillosa, muy bien explicado. Me gustan mucho las catedrales inglesas como Salisbury entre otras. No conocía la de Durham. A partir de hoy estará entre mis favoritas.
Un saludo.
Es lo más hermoso q vi en mi vida. Puro medioevo. El olor a,incienso en sus paeedes. Única.
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