Hoy 22 de Febrero el sol naciente penetra en el santuario más famoso de Ramsés II, en Nubia en Abu Simbel iluminando a los dioses Horus, Amón y al propio Ramsés manteniendo calculadamente al dios Ptah en la sombra. Este fenómeno ocurre dos veces al año, hoy y el 22 de Octubre desde hace aproximadamente 3200 años.
Por las vicisitudes de la vida sin embargo, el magnífico templo quedaría oculto por las arenas del desierto y no fue hasta el año 1817 cuando Giovanni Belzoni, el mismo que descubriría la tumba de su padre Seti I, liberaría su entrada devolviendo el monumento a la luz. Pero allí no habia solo un templo sino dos, otro cercano dedicado a su querida esposa Nefertari identificada en este caso con la diosa Hathor del que nos ocuparemos en otra ocasión.
Que sentido tenía construir semejantes colosos en el desierto Nubio, tan alejados de su capital en el delta del Nilo llamada Pi-Ramsés, pues lo cierto es que tenía muy buenas razones para hacerlo como buen político que era en los tiempos que le tocaron vivir en donde la imagen de poder era tan importante. Ramsés lo sabía así que lo explotó en su beneficio. Tenía el deber de matener el lugar que su padre le cedió, conservar esa posición de Imperio en las tierras de Siria y Palestina que por desgracias de Akenatón había quedado desatendido en favor de sus enemigos de siempre, los hititas. La famosa batalla de Kadesh ocurrió en el 5 año de su reinado en la cual se enfrentaron las dos potencias quedando en tablas, sin embargo Ramsés de nuevo se encargaría de vender esa batalla a su pueblo como una gran victoria de su Faraón- Dios, y lo haría mediante impresionantes relieves y monumentos a su gloria entre los cuales estaría Abu Simbel. Pero en Nubia tan lejana? sí, Nubia tan lejana gobernada por un virrey a las órdenes de Egipto, que casualmente tenía las minas de oro que le proporcionaban a Egipto la fama de poseer tanta cantidad de oro como arena.
Esa riqueza y la tranquilidad de firmar un tratado de no agresión con los hititas le proporcionaría al faraón la ocasión para volcarse en un programa de construcción sin precedentes, y si de paso les recordaba a los Nubios con sus imponantes templos quien era el que gobenaba con respeto divino mejor que mejor.
Esa riqueza y la tranquilidad de firmar un tratado de no agresión con los hititas le proporcionaría al faraón la ocasión para volcarse en un programa de construcción sin precedentes, y si de paso les recordaba a los Nubios con sus imponantes templos quien era el que gobenaba con respeto divino mejor que mejor.
Esta politica constructora con fines propagandísticos en Nubia no era nueva entre los faraones, pero Ramsés la llevo hasta su máxima expresión. Se levantaron más templos en Wadi es-Sebua, Beit el-Wali, Derr y Aksha pero ninguno tan impresionante como los de la colina Meha llamada después Abu Simbel. El faraón aprovecharía antiguos santuarios de los faraones Ay y Horemheb, los ampliaría y ordenaría hacerlos a su gusto, a lo grande.
Cualquiera que se acercara al templo, incluso hoy quedaría abrumado ya por su fachada, cuatro colosos de tamaño alrededor de 21 metros muestran al faraón sentado y tocado por la doble corona de las dos tierras pschent, con un ureo en la frente perteneciente a la diosa Wadjet y rematado por el característico pañuleo nemes. Todo detalle está coreografiado con una intención simbólica. En cada trono aparecen las plantas de loto y de papiro simbolos del Alto y del Bajo Egipto a su vez entrelazadas por el Nilo personificado por el dios Hapy. Importante detalle el de los cautivos de guerra arrodillados, sometidos por el faraón, otra demostración de fuerza y poder.
A los pies de las estatuas de Ramsés hay otras de menor tamaño dedicadas a las mujeres de su familia como su madre Tuya, Neferfari y una de sus hijas Meritamón, quien ella misma llegaría a casarse con su padre convirtiéndose en gran esposa real. En la parte superior de la fachada encontramos la figura del halcón Horus tocado por Ra, en sus manos porta el cetro user con cabeza de chacal y a la diosa Maat, la cual representaba el orden, la justicia y debía ser preservada a toda costa por el faraón como intermediario entre los dioses y su pueblo.
Una vez dentro vemos como sigue un estructura lineal donde los espacios van disminuyendo de tamaño hasta el recogido santasantorum típico de los templos egipcios salvo que en esta ocasión su forma esta adaptada a la orografía de la colina en la que está excavado. En la primera sala hipóstila se encuentran ocho estatuas del dios Osiris, el dios del Mas Allá egipcio con el cual el faraón fallecido y renacido en la otra vida llegaba a indentificarse. Sin embargo en vida el faraón se asociaba a Horus que era hijo de Osiris, representado también en el templo así que en realidad no dejaba de ser un monumento a la gloria del propio faraón.
La siguiente sala está relacionada con la pareja real y refleja ritos y escenas como la peregrinación por el Nilo de la barca sagrada de Amón que constituia una de las grandes ocasiones en Egipto o el dios Ra en su barca relacionada con el ciclo del dia y la noche. El santasantorum es más pequeño, más intimo. Aqui se encuentran sentadas las estatuas de los tres dioses, Horus, Amón, Ptah y en medio de ellos a la misma escala, como no, el faraón Ramsés.
Visto ahora parece imposible que los dos templos de Abu Simbel estuvieran a punto de desaparecer bajo las aguas de la presa de Asuán en la decada de los 60. Por fortuna la UNESCO hizo un esfuerzo no menor al de los propios constructores egipcios y desmontó el templo piedra a piedra para colocarlo 60 m arriba y 150 al este. Con la cooperación de muchos paises entre los cuales estaba España, gracias a lo cual fue obsequiada con el templo de Debod, y una inversión de 40 millones de dolares de la época fue posible el milagro reinaugurándose el santuario en 1968, lugar donde un día como hoy recibe la luz del dios sol Ra.
Solo el echo de que se pudo haber abandonado el monumento ya te pone de una mala ost...ahora es impensable, pero en esos años donde el crecimiento y la economía prevalecía sobre otros intereses, si aquí estuvieron a punto de cagarla, no quisiéramos conocer otros lugares totalmente perdidos ya para siempre.
ResponderEliminarDenso y magnifico articulo.
otro lugar para ir de paseo y otro lugar en donde el esplendor de la realeza se destaca como un hecho político, y si uno lo piensa un poquito, las formas publicitarias cambiaron pero no el sentido
ResponderEliminarsaludos a ambos!