Han pasado ya casi 4 años desde que escribí para este blog
un artículo que pretendía inaugurar una nueva sección, dedicada a la historia
menos conocida del mundillo bélico. En este artículo de 2010 os hablaba de
algunos de los proyectos tecnológicos del ejército alemán en la II Guerra
Mundial. Quería continuar haciendo nuevas entregas, pero al final no pudo ser.
Sin embargo, me quedé mucho tiempo con la espina clavada, pero eso se acaba
hoy. Como más vale tarde que nunca, aquí os traigo la segunda entrega.
En 1943-4 la Alemania nazi era derrotada en todos los
frentes, ya quedaban atrás los años de conquistas y superioridad. El poderoso
enemigo soviético desangraba a las fuerzas armadas alemanas, mientras que los
aliados occidentales desgastaban la industria y la producción mediante
bombardeos masivos en tierras germanas. A consecuencia de todo esto, y tras
varios años de combates y desgaste, la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, ya
sólo era una sombra de lo que había sido. Tanto las duras batallas en el frente
oriental contra la Unión Soviética, como la defensa del espacio aéreo alemán
frente a las incursiones de los bombarderos americanos y británicos, habían
provocado una merma considerable en las capacidades de la Luftwaffe. Grandes
números de aparatos y pilotos caían y no eran reemplazados.
Pero los nazis no se dieron por vencidos e intentaron
mantener el tipo mediante la tecnología y la innovación. Al igual que en los
proyectos terrestres, aplicaron la lógica de ser pocos pero de alta tecnología.
Los ingenieros alemanes, que ya llevaban desde los años 30 investigando en
motores a reacción, se pusieron manos a la obra y así, en 1944 aparecerían en
los cielos de Europa los primeros cazas a reacción de la historia, los
Messerschmitt Me 262. Sin embargo este modelo, a pesar de ser fabricado en
serie y poseer un amplio historial de combates, nunca fue más que una
plataforma de lanzamiento de nuevas tecnologías, ya que abrió todo un abanico
de posibilidades para el desarrollo de nuevos modelos.
En el período 1943 / abril 1945, la creatividad de los
ingenieros aeronáuticos alemanes fue muy fructífera. La gran mayoría de
aparatos nunca pasaron la fase de proyecto, salvo las excepciones del Me 262 ya
citado, el caza con motor de cohete Me 163 Komet, el bombardero a reacción
Arado 234 Blitz o el caza He 162 Volksjäger, que fueron puestos en producción.
De toda la gran gama de proyectos ideados en tan corto período de tiempo,
muchos modelos seguían el diseño clásico de avión: fuselaje, alas, cola,
motores, forma de cruz. Una vez acabada la contienda y siendo saqueado el
conocimiento técnico por parte de americanos y soviéticos, varios de estos
modelos acabarían siendo precursores de futuros aviones a reacción de estas
potencias, pero este tema ya daría para otro artículo.
No es en los modelos "convencionales" en los que
me voy a centrar en este artículo, sino en algunos de los más llamativos: las
alas volantes, o flying wings.
Un ala volante es un tipo de avión sin cola y con un
fuselaje poco definido, ya que éste y las alas forman una estructura continua
donde está todo, la cabina, las armas, las bombas, el tren de aterrizaje, etc.
Es, en esencia, un triángulo volador.
Tal vez en la actualidad no nos sorprenda tanto ver un
"triángulo volador", como varios modelos tripulados de aviones
norteamericanos de hoy día (F-117, B-2) o no tripulados (drones, como el
Dassault nEUROn o el RQ-170 Sentinel). Pero en los años 40 esto era un diseño
radical y todo un adelanto.
Las alas volantes nacieron en los años 30 pero no fue hasta
la II Guerra Mundial que se empezó a descubrir su potencial. Los alemanes
fueron los pioneros en este diseño, gracias al trabajo de los hermanos Horten o
a Alexander Lippisch. Todos ellos idearon multitud de modelos, que aún a día de
hoy, continúan llamando mucho la atención.
Veamos algunos:
El Horten Ho 229. Un cazabombardero de diseño futurista y
con tecnología stealth (invisibilidad a radares), se le puede considerar como
el abuelo de los F-117 o B-2 norteamericanos de hoy en día, también aviones
stealth. Llegaron a construirse 3 prototipos.
El Horten H.XVIII. Un bombardero intercontinental, versión a gran tamaño del Ho 229 y también con tecnología stealth, fue diseñado para alcanzar los EEUU y no ser detectado por los radares hasta estar muy cerca de la costa. El avión de HYDRA pilotado por Red Skull en la secuencia final de la película de El Capitán América, es una versión del Ho H.XVIII con motores de hélice, es decir, el auténtico era incluso más avanzado. Ahí queda eso.
El Arado E.555. Era otro modelo de bombardero estratégico intercontinental, capaz de alcanzar los EEUU y parecido al Ho H.XVIII, pero más pequeño y compacto.
El Gotha Go P.60A. Era una versión alternativa y refinada
del cazabombardero Ho 229 mencionado antes, básicamente una adaptación de ese
modelo para la producción en serie y la alteración del diseño para que
admitiese mejoras y modificaciones futuras. Si la guerra se hubiese prolongado
más tiempo es muy posible que este avión pudiese formar la columna vertebral de
lo fuerza de cazas alemana.
El Lippisch P11. Era un bombardero ligero del tipo
Schnellbomber, o bombardero rápido. Su función sería lanzar sus bombas y
escapar a toda velocidad, superando a sus perseguidores.
El Focke-Wulf 1000x1000x1000 Modelo B. Este bombardero medio
tenía como objetivo llevar 1000 Kg de bombas, a 1000 Km de distancia y a 1000
Km/h. El modelo A era de aspecto convencional, pero el B era un ala volante con
dos motores a reacción.
El Horten Rocket Wing. Este caza con motor de cohete, que
bien parece salido de Star Wars, no se sabe muy bien si es un modelo que se
proyectó realmente, o bien una fantasía modelera (fue lanzado por una compañía
de maquetas de aeromodelismo). Por lo que estuve investigando, todavía hay
debate. En cualquier caso, el diseño de este aparato es realmente espectacular.
El Focke Rochen. Y ya rizando el rizo, dejo éste para
acabar. Apodado la "raya", por su parecido con el animal marino, este
artefacto era una mezcla entre avión, helicóptero y platillo volante.
Clasificado como avión de caza de tipo VTOL, es decir, con capacidad para
despegue y aterrizaje vertical, tenía el diseño de un ala circular y disponía
de un sistema de impulso mixto en horizontal y en vertical mediante dos grandes
hélices en el centro del fuselaje y un motor a reacción.